“Los males llegan volando y se alejan renqueando” Voltaire, filósofo francés del siglo XVIII.

Es curiosa la percepción del paso del tiempo, una misma unidad o periodo de tiempo puede deslizarse a una velocidad vertiginosa ante nuestros ojos, así como una estrella fugaz, o puede permanecer inmóvil, estático, tal cual un libro abandonado por generaciones en un viejo estante.

El motivo fundamental para apreciarlo de una u otra forma está íntimamente relacionado con nuestra mente, con nuestras expectativas, con nuestros deseos y anhelos y, por supuesto, con nuestras circunstancias; de ahí la frase de Voltaire.

Cuando estamos inmersos en una situación difícil, que seguramente llegó de una manera inesperada y tarda en desaparecer más de lo deseado, o en una cadena de circunstancias complicadas solemos hacernos esta pregunta: “¿Hasta cuándo?”.

Abandono, angustia, sufrimiento, dominación… estas son las palabras que usa David en el Salmo 13 para explicar cómo se sentía y, por esto, exclamó “¿Hasta cuándo, Señor, me seguirás olvidando?”

¿Dios se había olvidado de David? ¿Dios se olvida de nosotros cuando estamos viviendo momentos malos?¿Estamos realmente solos cuando nos ocurren desgracias, cuando las cosas no nos salen como nosotros esperamos, cuando no conseguimos nuestras metas o tardamos más de lo previsto en alcanzarlas?

Este sentimiento de abandono y esta frase son muy recurrentes, pero no por ello ciertos. Dios no deja de cuidarnos, no nos abandona. En palabras del psiquiatra cristiano Pablo Martínez en su libro El aguijón en la carne “Dios nos equipa con recursos sobrenaturales para luchar con valentía y paciencia ante el aguijón. La gracia cambia no sólo nuestra actitud hacia el aguijón, sino hacia toda nuestra vida que pasa a tener un nuevo sentido y una nueva escala de prioridades. Sin duda, hay vida después del aguijón.”

Santiago también explicaba el sentido del sufrimiento “Hermanos míos, consideraos muy dichosos cuando tengáis que enfrentaros con diversas pruebas, pues ya sabéis que la prueba de vuestra fe produce constancia. Y la constancia debe llevar a feliz término la obra, para que seáis perfectos e íntegros, sin que os falte nada.” Santiago 1:13 

 ¿Tiene sentido buscar explicación al sufrimiento? ¿Es correcto pensar que las “complicaciones” nos hacen mejorar y transformarnos en mejores personas?

“Bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en la debilidad” esta fue la respuesta que obtuvo Pablo, quien comprobó que es en la debilidad donde Dios manifiesta su poder, hasta el punto que afirmó “Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” 2ª Corintios 12:9

 David estaba convencido de que Dios podía ver su situación y cambiarla, pero también de que podía mostrarle lo que tenía que hacer y salvarle de la desesperación: “Mira, respóndeme Jehová, Dios mío, alumbra mis ojos para que no duerma de muerte”. Y no se equivocaba, así fue, David declara en el mismo salmo: “Pero yo confío en tu gran amor; mi corazón se alegra en tu salvación. ¡El Señor ha sido bueno conmigo!”

Continúa siendo así, Dios es bueno con nosotros, tanto si nos libra de los problemas como si nos permite pasar por ellos. Él siempre está dispuesto a mostrarnos qué tenemos que hacer, al igual que puede alejar de nosotros nuestros miedos e inseguridades. Presentemos todo ante el Señor y confiemos en su gracia, ayuda, dirección y compañía.

Marta López Peralta

Leave a Reply