Aún sin nosotros percibirlo, Dios busca llamar nuestra atención para hacernos volver a Él. Lo hace hablándonos acerca de sí mismo a través de la belleza del vasto Universo que ha creado, y, en especial, de este planeta repleto de vida que habitamos. Lo hace también por medio de todas esas cosas buenas que nos pasan cada día, y a las que apenas prestamos atención. Pero también lo hace a través de las circunstancias difíciles que en muchos momentos nos toca vivir.

El Salmo 107 nos habla de cuatro colectivos de personas que bajo diferentes circunstancias se encuentran en graves apuros:

  1. Perdidos: “Vagaban perdidos por parajes desiertos, sin dar con el camino a una ciudad habitable.  Hambrientos y sedientos,  la vida se les iba consumiendo.” (v. 4-5);
  2. Encarcelados: “Afligidos y encadenados, habitaban en las más densas tinieblas  por haberse rebelado contra las palabras de Dios,  por menospreciar los designios del Altísimo.  Los sometió a trabajos forzados; tropezaban, y no había quien los ayudara.” (v. 10-12);
  3. Enfermos: “Trastornados por su rebeldía, afligidos por su iniquidad,  todo alimento les daba asco.  ¡Llegaron a las puertas mismas de la muerte! (v. 17-18);
  4. Desesperados: “Se hicieron a la mar en sus barcos; para comerciar surcaron las muchas aguas. Allí, en las aguas profundas, vieron las obras del Señor y sus maravillas.  Habló Dios, y se desató un fuerte viento que tanto encrespó las olas  que subían a los cielos y bajaban al abismo. Ante el peligro, ellos perdieron el coraje.  Como ebrios tropezaban, se tambaleaban; de nada les valía toda su pericia.” (v. 23-27).

Estas personas se encontraban perdidas en el desierto, encadenadas en la oscuridad de una cárcel, enfermas al borde de la muerte y en un barco a punto de naufragar, en medio de una tempestad. Y, en algunos casos, esas experiencias eran consecuencia de su rebeldía contra Dios.

Con toda probabilidad, aunque no hayamos vivido literalmente experiencias como las descritas, todos nos hemos sentido alguna vez perdidos, aprisionados, enfermos o desesperados, en medio de circunstancias incontrolables. Ninguna de ellas, sin embargo, ocurrió por casualidad, ni escapó al control de Dios.

El salmo, al mismo tiempo, presenta cómo estas personas experimentaron la liberación en cada uno de los casos descritos:

  1. Los perdidos “En su angustia clamaron al Señor, y él los libró de su aflicción.  Los llevó por el camino recto hasta llegar a una ciudad habitable.” (v. 6-7);
  2. Los encarcelados “En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción.  Los sacó de las sombras tenebrosas y rompió en pedazos sus cadenas.” (v. 13-14);
  3. Los enfermos “En su angustia clamaron al Señor, y él los salvó de su aflicción.  Envió su palabra para sanarlos, y así los rescató del sepulcro.” (v. 19-20);
  4. Los desesperados “En su angustia clamaron al Señor,  y él los sacó de su aflicción.  Cambió la tempestad en suave brisa: se sosegaron las olas del mar.  Ante esa calma se alegraron,  y Dios los llevó al puerto anhelado.” (v. 28-30).

Volverse a Dios y clamarle en medio de su angustia fue la clave para alcanzar la salida. Obviamente esta vuelta a Dios llevó implícita el reconocimiento de su rebeldía contra Él. Puede que el término resulte fuerte, pero realmente se trata de vivir la vida a nuestra manera, sin tener en cuenta a Dios.

¿Por qué crees que Dios permite que atravieses circunstancias difíciles? Sin duda Dios sigue ahí, llamando nuestra atención, haciéndonos ver nuestra necesidad de reconciliarnos con Él y de ser perdonados. Todos nos hemos rebelado contra Dios. Su deseo es que en medio de nuestra angustia clamemos a él para recibir la liberación de una circunstancia particular pero sobre todo de un estilo de vida egoísta y sin sentido que cada vez nos produce una mayor insatisfacción.

Si en el día de hoy te sientes identificado con alguna de estas vivencias, si te sientes  angustiado, no dudes en acudir a Jesús. En cierta ocasión Él dijo: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Su invitación es para ti en este preciso momento.

Miguel Ángel Simarro Ruiz