La confusión entre el bien y el mal

Vivimos en un tiempo difícil para distinguir entre la mentira y la verdad. Las fake news o noticias falsas han usurpado el trono del morbo y nos han hecho creer que la realidad supera a la ficción. Lo cierto es que, siempre han existido las mentiras en todos los ámbitos de la vida, sin embargo, en la actualidad, la mentira se ha transformado en un cordero con un corazón de lobo.

Por ejemplo, hace unos días escuchaba decir en un debate radiofónico que echar “una cana al aire”, de vez en cuando, es saludable para el matrimonio. Todos los días somos bombardeados para afiliarnos al movimiento feminista, como si esto fuera la panacea de la paz. Millones de personas confían su futuro al horóscopo, a las cartas, a las supersticiones… como si eso les aportara seguridad o felicidad.

Creer esta clase de mentiras hace que nos amoldemos a una relatividad de verdades y principios que nos abocan a la confusión entre lo que es bueno y lo que es malo. El bien y el mal se ha convertido en algo que ya no es relevante, porque la verdad ha perdido su valor a medida que hemos ido creciendo en la confusión moral y ética de nuestra sociedad. El respeto al prójimo lo hemos confundido con la relatividad moral y la integridad moral con el libertinaje.

Hace casi 3000 años, en los tiempos del profeta Isaías, la sociedad también sufría este mismo mal. El caso era tan grave, que Dios decide denunciar este hecho por medio del profeta: ¡Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo! (Isaías 5: 20).

Tratar de trastornar los valores y principios morales provoca una normalización del pecado como algo aceptable. Y esto es muy grave, porque uno de los efectos que el pecado produce en nuestra vida es: la incapacidad para distinguir el valor entre lo que es bueno y lo que es malo. Una persona que ha normalizado el pecado en su vida se ha metido en un circulo vicioso que se nutre de la confusión entre lo que está bien y lo que está mal.

Dios denunció a la sociedad de Isaías, así como lo está denunciando continuamente a esta sociedad por medio de su Palabra. Invertir los valores morales no solo trae la desaprobación y el juicio de Dios, sino el mal a nuestras vidas. Dios nos creó a su imagen y semejanza (Génesis 1: 27). A pesar del estrago que el pecado ha hecho en nuestro corazón, el ser humano sigue teniendo valores y principios morales que Dios ha puesto para vivir dignamente. Alterar conscientemente estos valores atenta contra la misma naturaleza humana y los principios que Dios pensó para la humanidad.

Por tanto, sería un buen ejercicio pensar antes de hacer nada, a la luz de la Biblia, si lo que vamos a hacer es bueno o malo, no sea que nuestro pecado haya nublado por completo la capacidad para distinguir entre el bien y el mal.

José Valero Donado

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