YO, ¿ESCLAVO?

By 06/11/2013Reflexiones

 

Quizás esta afirmación pueda parecer absurda hoy en día, para cualquier persona que conozcamos en nuestro entorno de nuestro país. Podría parecernos que nos deberíamos remitir a otras épocas pasadas, en las cuales una pequeña parte de la sociedad, los ricos, los poderosos, ejercían su poder sometiendo a un grupo grande de desheredados, pobres, que se veían privados de libertad de movimiento, obligados a trabajar para otros, incluso obligados a expresar públicamente pensamientos que en lo más profundo de su corazón no compartían.

 

 

 

Pero en pleno siglo XXI, en un país democrático, en el cual se presupone que las personas sometidas a sus leyes, son libres de tener libertad de movimientos, de escoger trabajo, lugar de residencia, de pensamiento, de religión, incluso de llegar a ser libres de escoger al médico que quiere que los atienda en los servicios estatales de salud; entonces, podemos pensar que con estas leyes somos libres, aunque tengamos que responder a una serie de responsabilidades que como ciudadanos tenemos para con nuestro país.

 

 

 

Considerando estas leyes humanas, ¿podremos entonces confirmar que el hombre es libre…? ¿no hay nada que lo tenga esclavizado, que sea capaz de doblegar al ser humano y lo someta, y se haga necesario de buscar un camino para ser libre de verdad? Jesús dirigiéndose a los judíos que habían creído en él les dijoDe cierto de cierto os digo, que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado” (Juan 8:34). Parece entonces que si hay algo que puede esclavizar al hombre: el pecado. Y ¿hay alguien que se encuentra en la situación de estar libre de pecado, y sentirse totalmente libre? El apóstol Pablo es claro a este respecto Por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23)

 

 

 

Por tanto el ser humano tiene un problema más grande, que el que crean las leyes humanas, su pecado le esclaviza llevándole a estar separado de Dios. Pero este mismo Dios, del cual estamos separados; provee la solución para hacernos verdaderamente libres. Dios ha provisto el método para redimirnos, para comprarnos y darnos la libertad,Fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir… no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo…” (1ª Pedro 1:18-19); “Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 1:45), “porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje, y lengua y pueblo y nación” (Apocalipsis 5:9). El precio del rescate es grande, la sangre de Cristo en la cruz, poderosa, que es capaz de liberar del pecado al hombre sea cual sea su origen, llevándole a la libertad plena.

 

 

 

¿Quieres seguir siendo esclavo? Jesús tiene el poder para hacerte verdaderamente libre.

 

Pedro Pablo Simarro

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